Receta para el dolor del alma.

He aquí un pequeño trozo de uno de mis libros:
Con la simplicidad con la que una mariposa planea en el aire. Con la simplicidad de un paso, de un suspiro, de un gesto.
Con simplicidad ocurre todo. Tu te paras. El mundo sigue. Crees, como un niño pequeño tras haber pasado unas malas navidades que cuando despiertes, nada habrá pasado. Que todo sigue normal. Al igual que una sonrisa se desvanece del rostro de una madre al saber que su hijo no vendrá al mundo.

Te consumes, en la mentira que tú solos has inventado con una única excusa de mantener vivo un último hilo de esperanza , que se desvanece junto a tú ilusión.

Aprieta los labios, formando una dura línea recta y de los ojos brotan unas lágrimas que resbalan lentamente hasta perderse una barba blanca.

Aquel chico que te enseñó a vivir la vida. Amarla.

A mirarse en el espejo y que a pesar de tener edad, pensar que tienes la vida por delante.

Aquel que te dijo: sal de la pecera.